LA IA VIENE POR TU TRABAJO ACTUAL: CLAVES PARA ADAPTARTE Y LIDERAR EL CAMBIO

Imaginemos esta escena que podría ocurrir mañana mismo. Entramos a nuestra oficina. Comenzamos a revisar los correos, uno tras otro, hasta que nos topamos con un mensaje totalmente inesperado. Es de un cliente que conocemos bien, uno de esos con los que construimos una relación a lo largo de años, esos que nos llamaban para revisar cada detalle, que valoraban nuestra experiencia y confiaban en nuestro criterio, uno de esos que, en las reuniones lo nombrábamos diciendo, medio en broma, medio en serio, que no podría dar un paso en su empresa, ni en su vida, sin consultarnos.

El correo es breve, casi frío. Nos dice que han decidido migrar a una plataforma de gestión con inteligencia artificial integrada. En algún lado leímos de su existencia, pero nunca consideramos que podría tener la capacidad de quitarnos clientes. De repente nos viene a la memoria ese día, hace unos años atrás, cuando le dijimos a nuestro canillita que íbamos a reemplazar el diario en papel por una suscripción a internet, un servicio más rápido, más eficiente, más económico. Vimos venir Internet, lo entendimos, pero esto fue mucho más rápido, la IA, que existía en el mundo futuro de las películas apocalípticas, hoy nos dejó sin uno de tus mejores clientes. No vimos venir las señales de su llegada, porque ni siquiera sabíamos que señales ver.

Hoy, la inteligencia artificial generativa y predictiva no es ciencia ficción, es una realidad. Una realidad que, para bien o para mal, ya está aquí. Y sí, está cambiando todo. Pero no todo es malo, ¿o sí? Depende de cómo elijamos verlo.

El lado oscuro. Una amenaza que acecha

Hay quienes ven la IA como una guillotina para las profesiones tradicionales. Esos modelos basados en redes neuronales que generan informes, predicen tendencias económicas y hasta diseñan estrategias comerciales parecen estar preparados para robarnos nuestras tareas más rutinarias, y también las creativas, es decir nuestro trabajo, nuestra profesión. La pregunta que nadie se atreve a hacer en voz alta es: “¿Y si lo hacen mejor que yo?”.

No es una idea descabellada. La IA no se cansa, es cada vez más accesible y, para colmo, aprende más rápido que cualquiera de nosotros. En este escenario, los profesionales de ciencias económicas parece que nos enfrentamos a una tormenta perfecta: menos tareas para hacer, menos clientes que atender y, por ende, menos relevancia.

La luz al final del túnel. Una oportunidad dorada

Ahora, imaginemos este escenario alternativo. Ese mismo día, en lugar de revisar correos interminables, nuestro software de automatización de procesos se encarga de clasificar y responder cada uno. Nuestros empleados, en vez de hacer tareas rutinarias, se encargan de seguir y coordinar estrategias con tus clientes, todos están mucho más contentos. Hace un tiempo venimos siguiendo el desarrollo en el mercado de una nueva plataforma de gestión con inteligencia artificial integrada, estamos a punto de cerrar una alianza estratégica con la empresa que lo desarrolla para ofrecerlo a tus mejores clientes, esos que confían en nuestro criterio y que sabemos, no tomarían ninguna decisión en su empresa sin consultarnos. Hace algún tiempo entendimos que la IA puede realizar procesos que, aunque necesarios, son tediosos, que nos obligan a robotizar nuestras acciones. La clave consiste en usar su poder para destacar lo que solo la mente, y el corazón humano puede ofrecer: empatía, visión y creatividad.

Este es el otro lado de la moneda. La IA, lejos de ser una amenaza, puede ser nuestra aliada más poderosa. Las herramientas predictivas nos permiten anticiparnos a las tendencias del mercado, y las generativas nos inspiran con soluciones que antes eran impensables. El resultado es una mejora en al menos tres dimensiones: clientes más satisfechos y más fieles, empleados más productivos y motivados, y un empoderamiento profesional que nos libera del trabajo mecánico para enfocarnos en lo que realmente nos define como seres humanos: pensar, crear, liderar e imaginar.

¿Entonces, cuál es la visión correcta?

Ni todo es pesimismo, ni todo es optimismo desbordado. La realidad está en algún punto intermedio. ¿La clave? Adaptarse. Porque el cambio no pide permiso y la tecnología no puede ser desinventada, llega como una ola gigante, y nos deja dos opciones: dejar que nos arrastre y nos hunda o aprender a surfearla.

Tres pasos para prepararnos.

  1. Dejemos de temerle a la IA. Aprendamos cómo funciona, convirtiéndonos en expertos en integrarla en nuestros procesos.
  2. Reinventemos nuestra propuesta de valor. Lo que ofrecemos no son números, son soluciones humanas y estratégicas que las máquinas no pueden imitar.
  3. Construyamos una mentalidad de cambio. La curiosidad y la capacidad de aprender serán nuestros aliados.

Este no es el fin de los profesionales de ciencias económicas, pero sí el fin de la zona de confort. Es un nuevo comienzo, donde el que se adapta, lidera.

La pregunta final es la siguiente ¿Estamos listos para tomar las riendas y demostrar que nuestro trabajo es mucho más que lo que una máquina puede hacer? Porque el cambio no espera. ¡Es ahora o nunca!

Cdor. y Lic. Diego Parrás

Director Centro de Estudios en Modelos de Inteligencia Artificial Aplicados a las Ciencias Económicas – SEUBES – FCE UBA.