Informe de Coyuntura macroeconómica
Elaboración Joaquín Waldman
Asesoramiento Ricardo Martínez, Pablo Mira, Damián Pierri y Juan Manuel Rodriguez Repeti
Colaboración Hermes Fernández, María Pía Nicocia, Ulises Silva y Lautaro Souto
La cuenta corriente de la balanza de pagos argentina muestra una marcada volatilidad. Luego de tener un déficit de más de US$ 20.700 millones en 2023 (equivalente a -3,4% del PBI), nuestro país pasó a ser superavitario en US$ 5.700 millones en 2024 (0,9% del producto), e inmediatamente volvió a terreno negativo en el primer semestre de 2025 (ver Gráfico 1).
La principal explicación de la mejoría fue el balance comercial de bienes.[1] Este saldo pasó de un déficit de US$ 2.800 millones en 2023 (-0,4% del PBI) a ser positivo en más de US$ 22.000 millones en 2024 (+3,5% del PBI). La caída de la demanda doméstica provocó este cambio de signo: el consumo e inversión (tanto públicos como privados) se redujeron 6%, y las importaciones cayeron 18%. El resto de los componentes (balance de servicios, rentas de la inversión y otros) aportaron 0,3 p.p. adicionales, completando la suba.
Pero la mejoría de las cuentas externas duró muy poco. En la primera mitad de 2025, la cuenta corriente fue deficitaria en US$ 8.700 millones, liderada una vez más por el superávit comercial de bienes, que se achicó en 2,9% del PBI (ver Gráfico 2, en donde las columnas naranjas muestras los resultados de cada período y las verdes y rojas indican componentes de variación entre dos resultados). En esta línea impactaron la apreciación cambiaria (el TCR fue 22% más bajo que en el primer semestre del 2024) y la incipiente recuperación de la actividad (la absorción doméstica fue 14% mayor a dicho período), por lo que las importaciones treparon 35% i.a. Para peor, el balance de servicios y otros componentes agregaron un deterioro adicional de 0,3 p.p., aunque el pago neto de rentas se redujo en 1,0 punto. El saldo final fue un déficit equivalente al 1,2% del PBI promedio semestral.
